El 9 y el 10 de Marzo de 1892, se celebró la causa por la manifestación del "Uno de Mayo".
De la audiencia a la cárcel,Salvochea, Cepero, Ponce, García y Cerrajón, fueron acompañados en olor de multitud, la gente les saludaban a su paso. Muchos Vivas a Salvochea y a la Anarquía les
acompañaron en el recorrido. Ante el edificio de la audiencia se produjeron diversos incidentes
y carreras entre grupos de manifestantes y piquetes de la Guardia Civil.
Verificado el sorteo para elegir los miembros del jurado y cumplimentar diversos tramites, el Presidente declara abierto el periodo de pruebas y comienza el interrogatorio.
PRESIDENTE.- ¿Ofrece contestar a las preguntas que se le hagan?
SALVOCHEA.- Sí.
FISCAL.- ¿Pertenecía como socio al circulo obrero?
S.- Sí.
F.- ¿Tenía conocimiento de la prohibición que existía contra las manifestaciones?
S.- Sí.
F.- ¿Presentó, sin embargo, una moción para que se celebrara?
S.- Sí.
F.- ¿Dijo que habría de hacerse la manifestación, quiera el gobierno o no?
S.- Sí.
F.- ¿Designó para el acto, el uno de mayo, y como punto de reunión, la Plaza de San Antonio?
S.- Sí.
F.- ¿Qué número de obreros se reunieron?
S.- Unos tres mil.
Señaló Salvochea, que la moción había sido aprobada por unanimidad.
Informe del ministerio fiscal:
Pese a la prohibición, Salvochea manifestó que se haría, quiera o no el gobierno. Que la manifestación no fue legal, ni pacifica, así como evidente del delito cometido, siendo mas grave la culpabilidad del que induce, que la del que la ejecuta.
Informe del abogado defensor:
Pide un veredicto absolutorio. Cree que el Fiscal está en un error, pues la manifestación no se celebró, fue solo un intento.
Vista la causa, el tribunal pasa a dar lectura de la sentencia, declarando absueltos a todos los acusados.
De regreso a la cárcel, fueron de nuevo vitoreados y aclamados.
La causa de las explosiones de petardos, tuvo su vista pública los días 16 y 17 de Febrero de 1893.
A media mañana, los procesados, Salvochea, Cepero, José García, Antonio Mesa, José Ponce de León y José Porto, fueron trasladados en un coche y custodiados por la Guardia Civil, con dirección a la Audiencia gaditana. Ante las puertas de la cárcel, se habían concentrado alrededor de cien militantes anarquistas de Cádiz, San Fernando y otras poblaciones vecinas. La Audiencia
se hallaba rodeada por fuerzas del orden público, formando un cinturón de seguridad.
Abierta la sesión, el Presidente se dirige a Salvochea:
PRESIDENTE.- ¿Promete usted decir verdad?
SALVOCHEA.- Si es referente a esta.
P.- Conteste categóricamente y sin condiciones.
S.- Entonces, no contesto.
Salvochea se había propuesto, seguir el desarrollo del proceso en total mutismo.
Ante la imposibilidad de hacerle deponer su actitud, proceden a interrogar a Porto, quién negó
conocimiento de los hechos, alegando que ningún anarquista, atentaría contra la humanidad.
Yo estaba en la cárcel, cuando estallaron los petardos. Acusó a la policía de emplazar los petardos o enviar a alguien a colocar los petardos en la redacción de "El Socialismo" para culpar a los
anarquistas.
Cepero protestó: Soy incapaz de matar una mosca. En mi casa no había pólvora ni hierro. Cuando estalló el petardo en La Alameda, yo estaba en la redacción con Salvochea, y el tubo que la policía encontró en mi casa. lo traería mi chiquillo de la calle para sus juegos, según dice mi mujer.
José Mesa, interrogado por su marcha a Huelva, declara que lo hizo por necesidad y no por temor.
Juan José García, dio a entender que los petardos de la redacción los llevó la policía. De los testigos, ningún dato esclarecedor, algunos confesaron que habían declarado en contra, por los malos tratos de la policía, y las cuatro jóvenes heridas por la explosión, no comparecieron, aportando certificados de enfermedad.
Concluido el interrogatorio de los anarquistas, llegó el de los policías, que declararon que sus pesquisas para descubrir a los autores de las explosiones, resultaron infructuosas y ni siquiera como rumores, oyeron los nombres de los culpables. Uno de los policías se atrevió a reconocer,
haber oído al Gobernador amenazar a un inspector y a los agentes con suspenderlos de empleo y sueldo, o dejarlos cesantes, si no descubrían a los autores en 24 horas.
El Sr. Botassi, jefe de policía, declaró no haber oído que Salvochea pusiera los petardos, ni tener motivos para acusar a los procesados.
El veredicto de absolución, fue celebrado con júbilo, por los inculpados y el público.
Salvochea, como siempre, y según sus costumbres, permanecía imperturbable.
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