Se convoca una gran asamblea en Alava en Septiembre de 1868. Como preparación para la lucha, Salvochea selecciona a los más fieles de Cádiz, instruyendolos y arengandolos, y sobre todo recordandoles que nunca deben abandonar la lucha, ni deponer las armas. El 5 de diciembre aparece inesperadamente ante los muros de Cádiz, una sección de artillería que exigía en nombre del gobierno, la entrega de todas las armas de la ciudad, en el plazo de tres horas. Aún no había terminado el plazo, cuando la artillería comenzó el tiroteo, causando numerosas bajas entre los revolucionarios.
Salvochea se colocó al frente y organizó la defensa militar de la ciudad. En el tercer día de lucha, la artillería se esforzaba en conquistar la plaza sin resultado alguno. Salvochea luchó como un jabato en los sitios de mayor peligros, y su valor heróico infundió una fuerza increible en las filas de los rebeldes.
Al cuarto dia, los embajadores de la ciudad, pidieron un armisticio, que ambas partes aceptaron, mientras que el gobierno liberal mandaba a Cádiz un ejercito al mando del General Caballero de Rodas.
Salvochea mantuvo su posición hasta el 11 de Diciembre.
Fermín comprendió que con un grupusculo de revolucionarios mal armados, no habría manera posible de resistir los embates de las tropas del General Caballero de Rodas. Para evitar una matanza, disolvió la milicia universitaria, dispersandola por la ciudad y marchando él en solitario al casino militar de la ciudad, para esperar allí a Caballero y asumir la culpabilidad de todo lo acontecido anteriormente.
El Coronel Pazos, Jefe del Tercer Regimiento de Artillería, le pidió que abandonara Cádiz, para poder salvar así su vida, ya que Caballero venia dispuesto a preparar su fusilamiento.
Salvochea no aceptó, porque sabía que con su fuga, la ciudad entera acarrearía con todas las consecuencias. Este gesto tan noble impresionó a sus enemigos y al General Caballero de Rodas, que no quiso ser el verdugo de semejante hombre, enviandolo como prisionero de guerra a la fortaleza de San Sebastian, situada en la playa de La Caleta de Cädiz.
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Salvochea se colocó al frente y organizó la defensa militar de la ciudad. En el tercer día de lucha, la artillería se esforzaba en conquistar la plaza sin resultado alguno. Salvochea luchó como un jabato en los sitios de mayor peligros, y su valor heróico infundió una fuerza increible en las filas de los rebeldes.
Al cuarto dia, los embajadores de la ciudad, pidieron un armisticio, que ambas partes aceptaron, mientras que el gobierno liberal mandaba a Cádiz un ejercito al mando del General Caballero de Rodas.
Salvochea mantuvo su posición hasta el 11 de Diciembre.
Fermín comprendió que con un grupusculo de revolucionarios mal armados, no habría manera posible de resistir los embates de las tropas del General Caballero de Rodas. Para evitar una matanza, disolvió la milicia universitaria, dispersandola por la ciudad y marchando él en solitario al casino militar de la ciudad, para esperar allí a Caballero y asumir la culpabilidad de todo lo acontecido anteriormente.
El Coronel Pazos, Jefe del Tercer Regimiento de Artillería, le pidió que abandonara Cádiz, para poder salvar así su vida, ya que Caballero venia dispuesto a preparar su fusilamiento.
Salvochea no aceptó, porque sabía que con su fuga, la ciudad entera acarrearía con todas las consecuencias. Este gesto tan noble impresionó a sus enemigos y al General Caballero de Rodas, que no quiso ser el verdugo de semejante hombre, enviandolo como prisionero de guerra a la fortaleza de San Sebastian, situada en la playa de La Caleta de Cädiz.
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Noble gesto de Fermín en no huir, para no perjudicar a sus paisanos. Cualquier otro de estos tiempos hubiera tomado tierra de por medio, guarnaja picabilleti como se dice en Cádiz.
ResponderEliminarpero al menos lo metieron preso en el Castillo de San Sebastian, ya que allí se pegaría su bañito en la playa de la Caleta y se tiraría de cabeza del Puente Canal, ¿Que no?