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estadistica

miércoles, 26 de mayo de 2010

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XXIII


MUERTE DE FERMÍN EN EL DIARIO DE CÁDIZ

Esta es la noticia de su muerte, documento que me ha sido remitido por mi compañera bloguera Elena, a la que os recomiendo que leais, pues tiene un blog muy interesante y entretenido, pinchad aqui.
Gracias Elena.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XXII

ARTICULO DE FERMIN SALVOCHEA

"PUNTO EN BOCA"

Cada cual es muy dueño de decir lo que se le antoje; será capricho, necedad, manía, hasta locura si se quiere, pero yo no puedo remediarlo; nadie me negará que el don de la palabra es el origen de la mayor parte de los males que nos rodean. Y no se me diga que la facultad de hablar fue, como muchos creen, el regalito de boda que hizo a nuestros primeros padres el Supremo Hacedor. Ni en aquellos felices tiempos había la costumbre perniciosa de hacer regalos, ni Dios pudo pensar en afligir al hombre con nuevas calamidades, cuando por vía de ensayo, o sin duda, y es lo más probable, con el fin de irlo metiendo desde chiquito en los trotes de contribuyente, le había sacado una costilla, que es como si dijéramos, la primera contribución a inmuebles, (broma de Salvochea qué en los últimos tiempos, no estoy muy seguro sea del agrado de las feministas) No ha sido, por cierto, mal mueble la tal costilla: Pero dejemos a un lado los huesos y vamos a lo que importa.
Lo que hubo fue, y no me desmentirán los periódicos de aquella época, que reconociendo Eva su poco mérito, porque en efecto, era muy poco como todo lo que se hace de retazos, y deseando sacar algún partido, ¡Mujer al fin! Echó mano de la serpiente como maestro de lenguas, para poder decir cuatro piropos a su marido, quién no tenía todo de Salomón, por la sencillisima razón de que Salomón no había nacido todavía. Habló por fin papá y engaño a mamá. Por esta moda no pasan años. (Machismo en pura esencia)
Me parece que con lo dicho, basta y sobra para probar que el don de la palabra no tuvo el preclaro origen que algunos le atribuyen. Resta saber si desde el paraíso a nuestros días ha desmentido su infernal estirpe el supuesto regalito.
De él, como de una plaga, se valió el mismo Dios cuando quiso castigar en la Torre de Babel, el orgullo de los pedantes. ¡De tan atrás viene esa familia! Si lo que allí pasó, fue o no de trascendencia, con dar una vuelta al Mundo saldremos de la duda. A estas alturas no hemos podido entendernos: Continuamos en Babel sin novedad; pero dejemos a las torres, porque a ciertas alturas es muy fácil perder la cabeza y examinemos la llanura que no es tan llana como parece.
Si echamos una rápida ojeada desde la muerte de Abel, hasta la revolución de Francia, qué, entre paréntesis, es una señora ojeada, siempre hallaremos que una palabra mal dicha o mal interpretada ha sido la causa de todos los disturbios, que han armado al hijo contra el padre y al hermano contra el hermano. Y si desde los asesinatos a mano armada, pasamos a los que hacen sin armas los podadores del género humano, médicos, para que todos me entiendan, no podremos menos de encontrar una palabra sirviendo de escudo, parapeto o muralla real para jugar a mansalva, con los que ignoramos la epidémica fraseología de los Hipócrates y de los Galenos.
Yo no puedo vivir así, dice Doña Estefanía a su doctor. El doctor que no entiende la enfermedad, sale del mal paso con achacarla a los nervios, y como los pobres nervios no tienen letrada que los defiendan, cargan con el meto sin apelación. Doña Estefanía, quejándose de los inocentes nervios, va liquidando su caja de ahorros, mientras el buen doctor rellena los suyos con los nervios de Doña Estefanía. ¿Qué mina del Perú ha dado más plata que los nervios? (Crítica a la ignorancia de las personas y la avaricia de profesionales como médicos, más pendiente de llenar sus arcas que de sanar a la enferma)
Serpentea por todas partes otra palabra muy parecida a los vinos viejos. Con cuatro letras que equivalen a cuatro gotas, se trastorna el cerebro mejor organizado. Tiene treinta y seis grados cubiertos como el mejor aguardiente catalán, y como él, alegra en el primer momento y da sueño enseguida; debilita a unos; a otros enloquece. El número de sus víctimas se cuenta por el de sus prosélitos, y sin embargo, en el sentir de los contemplativos es un destello de la divinidad: Este la llama alimento del alma: Aquel áncora de salvación: Para paladares poco delicados, es dulzura. Unos nos lo presenta en figura de niño antojadizo, entretenido en agujerear corazones, como si el corazón fuera zaranda o rallador de queso: Otro más prudente y menos confiado, la pinta en figura de perro perdiguero, y no falta quien crea que es un fantasma para asustar a los incautos; pero en tan confuso laberinto, ¿a quien hemos de dar crédito? Si me fuese lícito dar mi palotada, no titubearía en decir que la tal palabra, calcinada ante todo, debería estar entre los mineros botes de un farmaceutico con orden expresa de no despachar ni un dracma, sino en ciertos casos desesperados, que desesperado y algo más es menester hallarse para necesitar un dracma de amor.
Si desde los males que afligen a naciones enteras, damos un salto a los que hormiguean las casas de vecindad, que no es salto tan mortal como parece, siempre hallaremos los funestos resultados de ese don tan ponderado. Perico
"El Feo", tiene cuatro palabras con Curro "El de los Rizos", y de sus resultas, Satanás carga con "EL Feo", y los escribanos, que se agarran de un pelo, cargan con los rizos de Curro, y con Curro por añadidura. ¡Mentira parece que por
cuatro palabras, se den a todos los diablos, dos amigos!
Encarnacion "La Chata", honra del barrio, cree como articulo de fe, una palabra
que le ha dado su Paco, pero bien pronto la honra de Encarnación anda, como su nombre, de boca en boca por todo el barrio, y se queda "La Chata" con un palmo de narices, porque el buen Paco no quiere dar más que palabras. La gente de alta sociedad suele hacer lo mismo que Paco, pero las palabras de la alta sociedad son palabras de honor, lo que quiere decir que la alta sociedad tiene otro juego de palabras.
Magdalena "La Mañona", flor y nata de las esposas, dice sencillamente una palabra a su compadre: El marido la toma por donde quema, y aunque Magdalena, llorando más que una magdalena, jura y perjura que no hay tales carneros, riñen los compadres: "La Mañona" deja de ser la flor y nata, y el esposo carga con otras esposas que la justicia le regala, porque dio un mete y saca a su compadre a consecuencia de la palabra que a la comadre se le antojó decir. Pues si de las palabras sueltas pasamos a las frases, hallaremos muchas, seductoras y muy inocentes a primera vista, pero examinadas detenidamente, pierden de inocencia lo que ganan en seducción.
-Para alquilarme su casa, Don Restituto me exige un fiador.
-Dice Doña Prudencia a Don Clemente.¿Querrá usted echar una firmita por mí?
Da la casualidad, que esta buena mujer que tiene el atrevimiento de llamarse Prudencia, es tía de una linda muchacha de ojos negros, a ninguno se le ocurre que una firma pueda ser mas negra todavía. No queda pues, a mi señor Don Clemente otro recurso que tomar la pluma y dejarse desplumar por Doña Prudencia, quien se queda tan hueca como si hubiese dado con el movimiento continuo. Bien es verdad, que para una tía, esto de vivir por cuenta de los ojos de su sobrina vale seguramente algo más que el movimiento continuo que sea.
-¿Quiere usted pasar el rato?, dice Don Modesto a su amigo Daniel: Jugamos un burro Como el principal papel se cede por política al convidado, jugando con él al burro, pasan el rato Modesto y los compañeros de Don Modesto, y el amigo Daniel, se encuentra sin saber como, en el lago de los leones
Pues porque estas frases y otra parecidas a estas me hacen temblar, hay quien me llama cobarde. ¡Cobarde yo!, yo no soy cobarde, no señor; tengo dadas pruebas de valor, me he casado y por donde quiera que usted me busque, encontrará en mí todo un hombre. Si se me dice que el turco no baja, me quedo tan tranquilo como si bajase, y si el que baja no es turco, sino el tres por ciento, yo impasible siempre. Bien es verdad que como nunca he querido trato con infieles, pocas o ningunas relaciones tengo gracias a Dios, no con el turco, ni con el tres por ciento.
Pues hableme usted de robos, de calamidades, de miseria, en fin, de cosas de España y ya verá usted mi serenidad.
-Que viene el cólera.
-¿Se aumentará por esto la contribución? ¿No? Pues que venga cuando le de la gana.
-Que hay sarna.
Eso precisamente es lo que nos hace falta, sarna para rascar.
-Que se susurra algo de hambre.
Me parece muy bien; yo estoy por la igualdad. ¿Donde hay paciencia para sufrir que este grito estomacal sea privilegio exclusivo de cesantes y exclaustrados?
No señor, nada de prerrogativas. El hambre no debe ser patrimonio de ninguna familia, ni de persona.
-Que se suena algo de peste.
Son ya tantas las cosas que a mi me apestan, que por una más o menos no he de andar con melindres.
-Que murió Doña Tecla.
Tanto mejor, ya dio en la tecla su marido.
-Que no hay ni una peseta.
Ni un cuarto tenía Noé y llegó a ser naviero.
Pues un hombre de mi temple, un hombre que sin lisonja, pudiera pasar por Napoleón, se echa a temblar como un chiquillo cuando oye decir...Pero no, lo oigo yo.
No asusta un toro a Ponce y se quedaría tamañito, si oyese el trompetazo precursor de la innoble Media Luna. Perdoneme el señor Abdul Khan II. No intimidan las balas al militar aguerrido y palidece ante una orden de reemplazo. No causan pavor a una doncella las acechanzas de cien amantes gavilanes y la sola idea de morir con palma le hace aborrecer...hasta los dátiles. Pues una cosa muy parecida me sucede a mí cuando me dicen: Monono mío, tan dulce y tan seductor ¿Sabes tu lo que cuesta en estos tiempos llegar a merecer el nombre de Monono? Monono mío en boca de una mujer, es un compendio de las plagas del Faraón, es el sistema tributario del daguerrotipo. ¿Qué letra a la vista, qué pagaré vencido, que papeleta de apremio apremia tanto como un Monono mío?
Quiera Dios que llegue un dia en el que los gobernantes y gobernados se convenzan de que siendo el don de la palabra la causa de todos los males que nos afligen, no queda más recurso que levantar una nueva bandera que lleve por lema,
PUNTO EN BOCA
F.S. ( Revista Gaditana, 30 de Agosto de 1867)

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XXI




ARTICULO DE FERMIN SALVOCHEA

CONTRA LA ABSOLUTISMO, LA TIRANÍA
Y LA OPRESIÓN DEL PAÍS

¡Quien lo hubiera dicho! ¡Como era posible creer tanta perversidad! ¡Y se hablará de fieras! ¡Que mayor fiera que el hombre mismo! ¡A cuantos crímenes conduce el primer paso que se da en el camino del vicio! ¡Cuan fácil es acallar el grito de la conciencia cuando se ha encallecido el corazón! Cádiz, la heroica Cádiz, la que en medio de las borrascas que agitan a Europa entera, había sabido huir de los escollos y evitar el naufragio, acaba de perder en un momento de error, los hermosos títulos de culta y católica. Rotos los diques que la religión y las leyes oponían al desenfreno y al libertinaje, por donde quiera que volvamos los ojos,
no vemos más que, lágrimas, ruinas, desesperación y sangre. ¡Que cuadro tan horroroso, representa una ciudad sembrada de cadáveres! No es a nosotros a quienes tocaba enjugar el llanto de tantos huerfanos desgraciados, pero cuando los que debían hacerlo no lo hacen, ¿Como permanecer sordos a la voz de la razón? ¿Como olvidar los sagrados deberes que nos impone la Naturaleza?
¿A pesar de la corrupción general y de esa indiferencia,que parece ser el distintivo del siglo XIX, no han llegado, por fortuna hasta nosotros sus fatales efectos. A vista de tantos crímenes, la sangre hierve en nuestras venas; El corazón quiere
salirse del pecho y para mayor dolor, aun ni llorar podemos. ¿Porqué, pues, extraña, que aceptando todas las consecuencias de nuestro arrojo, nos presentamos hoy como los defensores de los desgraciados, a quien tan tiránicamente se ultraja, maltrata y se asesina en mitad del día, y en medio de las calles más públicas? Muchos y muy grandes son los peligros que nos cercan, pero la causa que defendemos es santa y el cielo debe ayudarnos en tan grande obra.
No corremos tras cruces y calvarios. No nos mueve tampoco ese metal por el cual
todos suspiran. No queremos mas recompensa que las bendiciones de los inocentes, cuyos derechos vamos a reclamar. Pero si en tan sangrienta lucha, quedasemos vencidos, quizá otros, siguiendo nuestros pasos con mejor fortuna y
menos obstáculos, lograran afianzar el reinado de la paz sobre la tierra y derramaran una lágrima de gratitud sobre el sepulcro de los primeros adalides.
No pensamos intimidarnos, tirarnos de la tierra. Inventad, si queréis, nuevos suplicios para castigar nuestro heroico valor. Todo será inútil, nada nos amedra.
¿Qué es la muerte para el esclavo? El ultimo eslabón de su cadena. El principio de la felicidad.
¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Justicia! ¿Y os atrevéis a manchar con vuestros labios, lágrimas tan puras? ¿Y os avergonzais de pronunciar unos nombres tan sagrados?
¡Libertad! A la sombra de esa constitución tantas veces jurada, dominan tranquilos unos inocentes, creyendo poder gozar sin zozobra los derechos de pacíficos ciudadanos; Pero vosotros turbasteis su sueño. ¡Igualdad! Confiados en ella os dieron el dulce nombre de amigo, velaron por vuestra hacienda, sacrificaron a vuestro capricho, miras de ambición, vínculos de familia.
Todos los lazos que los ligaban a la sociedad, los hicieron pedazos por vosotros, porque gritabais justicia, y de esta palabra esperaban mucho bien. ¿Y habéis tenido valor para engañar a criaturas tan leales? Sí, lo habéis tenido. Es verdad, que le tendisteis la mano de amigo, pero también es verdad, que esa mano encerraba un veneno que mata, y ellos aceptaron la mano y el veneno, y cuando conocieron su error y vuestra maldad, la risa sardónica del verdugo, se mezcla con los últimos alientos de su moribunda víctima. ¡Que espectáculo tan horroroso! Nosotros vimos a esos inocentes, exhalar sus últimos suspiros, entre ayes y lamentos, que traspasaban el corazón. Nosotros oímos sus quejas entre agonías mortales; Recogimos sus últimos suspiros; Tendimos nuestras manos sobre sus yertos cuerpos, y no pudimos llenarlos de lágrimas porque el corazón quiso negarnos este consuelo, pero una voz que parecía salir del centro de la tierra, nos gritaba venganza, y su eco resonaba por el espacio.
Al escuchar esta terrible palabra, se reanimaron nuestras fuerzas rehabilitadas,
hasta entonces con tanto padecer y con todo el valor que infunde la desesperación,juramos no descansar hasta exterminar a los opresores. La sangre de las víctimas, humeantes todavía, reclama el castigo de los culpables.
La hora de la expiación ha llegado, miserables. Si la justicia humana olvidase su saber, un poder sobrenatural abriría las tumbas; Se animarían de nuevo los restos de tantos inocentes, y ellos mismos lavarían con vuestra sangre, la mancha que habéis echado sobre su preciada progenie.
¿Quién os dio derecho a destruir una de las mejores obras de la creación? ¿No caben, por ventura en el mundo, unos seres que nacieron para hacer las delicias del hombre? ¿No queréis tener un verdadero amigo y compañero en este valle de amargura? ¿Pensáis disculparos con decir que tenéis la hidrofobia y queréis evitar sus estragos? ¿Excusa vana? Si tal fuese vuestro intento, ¿Porqué no pensáis en destruir la miseria, que es la que produce aquella calamidad? ¡Insensatos! Halagáis a la mujer y dais muerte al amigo verdadero, al servidor fiel, al que daría por vosotros su vida y cien vidas que tuviera. ¡Y esto sucede en un siglo que se dice ilustrado, y en tiempos que solo es lícito hablar de hierros cuando se trata de caminos, y de cadenas cuando se habla de puentes colgantes!
Parricidas, ¿Cuando podremos olvidar todo el mal que nos habéis hecho? Manes de Zelim, sombra ilustre de P,alomo, volved a esa región a donde os han sublimado vuestra virtud excelsa, y castigad a esos Borgias, que con una pelotilla,
privaran al mundo de dos seres que eran nuestra dicha y nuestro consuelo. ¿Quién nos acompañará ya en la mesa y en el campo? ¿A quién acudiremos para parar una codorniz y levantar un gazapo? ¿quien velará por nosotros mientras dormimos? Zelim, Palomo, ¿Como vamos a olvidar vuestro servicio y vuestro claro ingenio? ¿Como dejar de admirar a unos filósofos, que hallaron en la tierra, la mayor felicidad posible, que es indudablemente la de vivir sin casarse y sin la pasión fatal, a la que llamamos familismo? Ah, no podemos ya sufrir tanto. Vuestra muerte nos quita todas las ilusiones que embellecían nuestra existencia.
Ni los halagos de una mujer, ni las adulaciones del hombre que nos llama su amigo, y nos vende como aquella, con halagos también, podrán llenar nuestro corazón.
Felices aquellos tiempos en que se tenían por oráculo, las palabras del gran Pitágoras. Su metamorfosis era, por decirlo así, el freno que contenía la ambición de devorar, tan común en todos los hombres. Si en vez de reirnos de su sabio sistema, lo hubiésemos admitido, como se han admitido otros, algo peores, ni tantos crímenes se cometerían, ni nos admiraría como nos admira ver a no pocos jumentos con borlas de doctores, y a muchos doctos desconocidos, trasijados y mohínos como jumentos. ¡Quién sabe si nuestros perros, Zelim y Palomo serían algunos ingleses célebres! ¡Ellos hablaron muy poco! Tomaban lo que se les daba y todo lo que podían pillar; Desde cien leguas olían donde guisaban; Veían mucho, y cazaban con una agilidad sorprendente. No hay duda. ¡Ingleses eran! ¡Por eso les quisimos! Pues tengan entendido los que recetan pelotillas a los perros y los que las hacen, y los que se la dan, (que siempre ha de haber mujeres por medio, cuando se trata de calamidades) Tengan entendido, repetimos que si sigue su sistema de destrucción, van a concluir con media Inglaterra, porque muchos de los perros que estáis viendo que estan muriendo, son tan sabios como Zelim y Palomo. Bichos de tanta valía por fuerza deben de ser extranjeros.
Esta es la razón que tenemos para concluir esta filípica, con las mismas palabras que nos sirvieron de epígrafe, porque a decir verdad, si viesemos morir de pelotilla a unos animales tan célebres, ¿que habíamos de decir, aunque no fuera más que por política? ¡Que lástima! ¡Que dolor! Que la tierra les sea leve.

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XX


AL PRIMERO DE MAYO

Como el paro general se declare para mayo,
de fijo le da un desmayo, en el acto al capitál.
Proponen los socialistas, y a la verdad con razón,
que del obrero, la unión se enseñe al capitalista,
quien, algo falto de vista, no ven en el nuevo ideal,
lo que es justo y natural;
Y no hay nada que a tal hombre le preocupe, y aun le asombre,
como el paro general.
Debe el anarquista, pues, cooperar a tal empresa
con constancia y con firmeza, gran valor e intrepidez;
Que siempre la timidez se encontró en el ruin lacayo;
Y si ha de venir el rayo que purifique la tierra,
hace falta que la guerra se declare para mayo.
Muestrese al rico altanero de una manera elocuente,
enérgica y contundente,
que hay algo más que el dinero.
Que sin él, puede hacer el obrero de su capa un sayo;
Y aunque mire de soslayo a quien le infiere el ultraje,
como lo haga con coraje, de fijo le da un desmayo.
Ya el término se divisa de tan infame explotación,
y se oye la maldición del que a sin camisa;
Contenga el burgués la risa,
que la cosa es muy formal;
Nuestra fuerza es colosal y matar puede a querer,
y envuelto en lodo, ver en el acto al capital.

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XIX


EL POBRE Y EL RICO

Un pasajero que de orgullo henchido
navegaba en primera,
con desprecio miraba al desvalido
viajero de tercera.
Al que hable de igualdad, decía el primero,
considero insensato.
¿Como ha de ser cual yo, quien sin dinero
se encuentra, y sin zapatos?
Y entre tanto en el pecho del segundo
el odio se despierta,
al ver que en contra suya todo el mundo,
parece se concierta.
Mas pronto la comedia cruel y fría,
tornárase en tragedia,
al no surgir brillante un nuevo dia,
del mismo mal que asedia,
un choque atroz, terrible y formidable,
la catástrofe anuncia.
Y de la muerte, el fallo inapelable,
en alta voz denuncia.
Entonces, de la clase los extremos,
sin mirar diferencia,
con ardor se dirigen a los remos,
y se unen sin violencia.
El peligro común de los mortales,
la vanidad ahuyenta.
Y hace se reconozcan como iguales,
entrando en la ancha senda.
La vida del error no es más que un dia,
aunque parezca larga;
La verdad solo da alegría,
y nunca es una carga.

domingo, 2 de mayo de 2010

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XVIII


CANTO DEL CAUTIVO

Aquí jamás se siente el frío.
El bosque siempre su verdura ostenta,
y desde el mar hasta el ramaje umbrío,
llega la brisa fresca que lo alienta.
Y es tal la paz, tan grande y permanente,
que al zumbar del insecto, interrumpe
el rugir de la tormenta.
A veces, cuando, envuelta en negro manto
la sombra de la luz pasa la raya,
se escucha el dulce y prolongado canto
que las conchas entonan en la playa.
Es tanto que la flor en la espesura,
unida por su amor al aura pura,
constantemente va, por donde ésta vaya.
Mirad como las olas, hacia el cielo
dirigen su rizada cabellera,
y con marcha veloz y raudo vuelo
cruza el profundo mar, nave ligera,
y en la noche cubierta de esplendores,
brotan fosforescentes resplandores
del seno de las ondas hacia fuera.
Corre, ven a salvarnos, nave amiga;
Cambia de mala en buena, nuestra suerte;
Aquí nos hiere y mata la fatiga,
el presidio es más triste que la muerte.
No nos falta la fe, ni la constancia,
y si un día volviésemos a Francia,
sería para luchar con brazo fuerte.
El fuego del combate nos inflama,
la libertad al bueno presta ardor,
y la batalla a todos, hoy nos llama,
a los desheredados el clamor...
A la sombra la aurora ha confundido,
y un mundo surge de verdad y amor.