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estadistica

miércoles, 12 de mayo de 2010

Fermín Salvochea "El alcalde de los pobres" XXI




ARTICULO DE FERMIN SALVOCHEA

CONTRA LA ABSOLUTISMO, LA TIRANÍA
Y LA OPRESIÓN DEL PAÍS

¡Quien lo hubiera dicho! ¡Como era posible creer tanta perversidad! ¡Y se hablará de fieras! ¡Que mayor fiera que el hombre mismo! ¡A cuantos crímenes conduce el primer paso que se da en el camino del vicio! ¡Cuan fácil es acallar el grito de la conciencia cuando se ha encallecido el corazón! Cádiz, la heroica Cádiz, la que en medio de las borrascas que agitan a Europa entera, había sabido huir de los escollos y evitar el naufragio, acaba de perder en un momento de error, los hermosos títulos de culta y católica. Rotos los diques que la religión y las leyes oponían al desenfreno y al libertinaje, por donde quiera que volvamos los ojos,
no vemos más que, lágrimas, ruinas, desesperación y sangre. ¡Que cuadro tan horroroso, representa una ciudad sembrada de cadáveres! No es a nosotros a quienes tocaba enjugar el llanto de tantos huerfanos desgraciados, pero cuando los que debían hacerlo no lo hacen, ¿Como permanecer sordos a la voz de la razón? ¿Como olvidar los sagrados deberes que nos impone la Naturaleza?
¿A pesar de la corrupción general y de esa indiferencia,que parece ser el distintivo del siglo XIX, no han llegado, por fortuna hasta nosotros sus fatales efectos. A vista de tantos crímenes, la sangre hierve en nuestras venas; El corazón quiere
salirse del pecho y para mayor dolor, aun ni llorar podemos. ¿Porqué, pues, extraña, que aceptando todas las consecuencias de nuestro arrojo, nos presentamos hoy como los defensores de los desgraciados, a quien tan tiránicamente se ultraja, maltrata y se asesina en mitad del día, y en medio de las calles más públicas? Muchos y muy grandes son los peligros que nos cercan, pero la causa que defendemos es santa y el cielo debe ayudarnos en tan grande obra.
No corremos tras cruces y calvarios. No nos mueve tampoco ese metal por el cual
todos suspiran. No queremos mas recompensa que las bendiciones de los inocentes, cuyos derechos vamos a reclamar. Pero si en tan sangrienta lucha, quedasemos vencidos, quizá otros, siguiendo nuestros pasos con mejor fortuna y
menos obstáculos, lograran afianzar el reinado de la paz sobre la tierra y derramaran una lágrima de gratitud sobre el sepulcro de los primeros adalides.
No pensamos intimidarnos, tirarnos de la tierra. Inventad, si queréis, nuevos suplicios para castigar nuestro heroico valor. Todo será inútil, nada nos amedra.
¿Qué es la muerte para el esclavo? El ultimo eslabón de su cadena. El principio de la felicidad.
¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Justicia! ¿Y os atrevéis a manchar con vuestros labios, lágrimas tan puras? ¿Y os avergonzais de pronunciar unos nombres tan sagrados?
¡Libertad! A la sombra de esa constitución tantas veces jurada, dominan tranquilos unos inocentes, creyendo poder gozar sin zozobra los derechos de pacíficos ciudadanos; Pero vosotros turbasteis su sueño. ¡Igualdad! Confiados en ella os dieron el dulce nombre de amigo, velaron por vuestra hacienda, sacrificaron a vuestro capricho, miras de ambición, vínculos de familia.
Todos los lazos que los ligaban a la sociedad, los hicieron pedazos por vosotros, porque gritabais justicia, y de esta palabra esperaban mucho bien. ¿Y habéis tenido valor para engañar a criaturas tan leales? Sí, lo habéis tenido. Es verdad, que le tendisteis la mano de amigo, pero también es verdad, que esa mano encerraba un veneno que mata, y ellos aceptaron la mano y el veneno, y cuando conocieron su error y vuestra maldad, la risa sardónica del verdugo, se mezcla con los últimos alientos de su moribunda víctima. ¡Que espectáculo tan horroroso! Nosotros vimos a esos inocentes, exhalar sus últimos suspiros, entre ayes y lamentos, que traspasaban el corazón. Nosotros oímos sus quejas entre agonías mortales; Recogimos sus últimos suspiros; Tendimos nuestras manos sobre sus yertos cuerpos, y no pudimos llenarlos de lágrimas porque el corazón quiso negarnos este consuelo, pero una voz que parecía salir del centro de la tierra, nos gritaba venganza, y su eco resonaba por el espacio.
Al escuchar esta terrible palabra, se reanimaron nuestras fuerzas rehabilitadas,
hasta entonces con tanto padecer y con todo el valor que infunde la desesperación,juramos no descansar hasta exterminar a los opresores. La sangre de las víctimas, humeantes todavía, reclama el castigo de los culpables.
La hora de la expiación ha llegado, miserables. Si la justicia humana olvidase su saber, un poder sobrenatural abriría las tumbas; Se animarían de nuevo los restos de tantos inocentes, y ellos mismos lavarían con vuestra sangre, la mancha que habéis echado sobre su preciada progenie.
¿Quién os dio derecho a destruir una de las mejores obras de la creación? ¿No caben, por ventura en el mundo, unos seres que nacieron para hacer las delicias del hombre? ¿No queréis tener un verdadero amigo y compañero en este valle de amargura? ¿Pensáis disculparos con decir que tenéis la hidrofobia y queréis evitar sus estragos? ¿Excusa vana? Si tal fuese vuestro intento, ¿Porqué no pensáis en destruir la miseria, que es la que produce aquella calamidad? ¡Insensatos! Halagáis a la mujer y dais muerte al amigo verdadero, al servidor fiel, al que daría por vosotros su vida y cien vidas que tuviera. ¡Y esto sucede en un siglo que se dice ilustrado, y en tiempos que solo es lícito hablar de hierros cuando se trata de caminos, y de cadenas cuando se habla de puentes colgantes!
Parricidas, ¿Cuando podremos olvidar todo el mal que nos habéis hecho? Manes de Zelim, sombra ilustre de P,alomo, volved a esa región a donde os han sublimado vuestra virtud excelsa, y castigad a esos Borgias, que con una pelotilla,
privaran al mundo de dos seres que eran nuestra dicha y nuestro consuelo. ¿Quién nos acompañará ya en la mesa y en el campo? ¿A quién acudiremos para parar una codorniz y levantar un gazapo? ¿quien velará por nosotros mientras dormimos? Zelim, Palomo, ¿Como vamos a olvidar vuestro servicio y vuestro claro ingenio? ¿Como dejar de admirar a unos filósofos, que hallaron en la tierra, la mayor felicidad posible, que es indudablemente la de vivir sin casarse y sin la pasión fatal, a la que llamamos familismo? Ah, no podemos ya sufrir tanto. Vuestra muerte nos quita todas las ilusiones que embellecían nuestra existencia.
Ni los halagos de una mujer, ni las adulaciones del hombre que nos llama su amigo, y nos vende como aquella, con halagos también, podrán llenar nuestro corazón.
Felices aquellos tiempos en que se tenían por oráculo, las palabras del gran Pitágoras. Su metamorfosis era, por decirlo así, el freno que contenía la ambición de devorar, tan común en todos los hombres. Si en vez de reirnos de su sabio sistema, lo hubiésemos admitido, como se han admitido otros, algo peores, ni tantos crímenes se cometerían, ni nos admiraría como nos admira ver a no pocos jumentos con borlas de doctores, y a muchos doctos desconocidos, trasijados y mohínos como jumentos. ¡Quién sabe si nuestros perros, Zelim y Palomo serían algunos ingleses célebres! ¡Ellos hablaron muy poco! Tomaban lo que se les daba y todo lo que podían pillar; Desde cien leguas olían donde guisaban; Veían mucho, y cazaban con una agilidad sorprendente. No hay duda. ¡Ingleses eran! ¡Por eso les quisimos! Pues tengan entendido los que recetan pelotillas a los perros y los que las hacen, y los que se la dan, (que siempre ha de haber mujeres por medio, cuando se trata de calamidades) Tengan entendido, repetimos que si sigue su sistema de destrucción, van a concluir con media Inglaterra, porque muchos de los perros que estáis viendo que estan muriendo, son tan sabios como Zelim y Palomo. Bichos de tanta valía por fuerza deben de ser extranjeros.
Esta es la razón que tenemos para concluir esta filípica, con las mismas palabras que nos sirvieron de epígrafe, porque a decir verdad, si viesemos morir de pelotilla a unos animales tan célebres, ¿que habíamos de decir, aunque no fuera más que por política? ¡Que lástima! ¡Que dolor! Que la tierra les sea leve.

4 comentarios:

  1. Me han sorprendido dos cosas: la misoginia de Salvochea (que para ser anarquista, liberal y de izquierdas no le pega nada), supongo que su mentalidad adelantada le permitió liberarse de muchas cosas, pero no del machismo y la misoginia imperantes descaradamente en el S XIX.
    Y la otra, el que se refiera en varias ocasiones a la religión, lo sagrado y al "hermoso título de católica"
    De nuevo te felicito por la documentación.

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  2. Me pasó lo mismo que a tí, cuando descubrí ese articulo, creo que Fermin en nuestra época, no hubiera sido tan machista,la mujer de hoy, no se lo hubiera permitido, puesto que es igual de luchadora o más que el hombre. .

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  3. Ah, y esperate a leer el siguiente articulo, en el que Salvochea muestra su faceta mas misogina.

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